jueves

OMG (oh, my galaxy).

Desde mi casa hasta el mundo hay quinientos metros de callejuelas asfaltadas. Los pensamientos que empiezan por M se me escurren hacia el corazón, dotándome de una ligera inestabilidad que acentúa mi poca atención preceptiva. Ir así, entre miles de rostros, pies y pestañas cada mañana, se me hace una exploración, una aventura entre una red vítrea de relaciones burocráticas. Van hacia sitios donde interpretarán su yo diurno; memorizan frases plastificadas y falsas, con palabras pescadas a caso del diccionario. Unos "¿cómo está?", que no esperan sinceridad, y "bien, muchas gracias." que no se corresponden con el ánimo de quien los pronuncia. Presentaciones rutinarias sin escuchar la voz de quien habla, rostros anónimos de insípidas personas conocidas en un pasado reciente, llamadas a primos lejanos por el simple deber de hacerlas, acciones inútiles que se requieren por etiqueta, reciclados días tras día.
Desde mi casa hasta el mundo hay quinientos metros de callejuelas asfaltadas que camino con el constante pensamiento de no ser así, pero que, pese a mis intentos de labrarme una personalidad impermeable, sé que no puedo ni podré no ser así. Al fin y al cabo, nadie es un territorio inexplorado.
Y me sonrío por mi rostro de panda, con unas ojeras que hablan de mí y de mi falta de sueño y de bostezos que siempre sobran. Y que creo conocer el perímetro de mi psique, de los frágiles mecanismos de mi modo de ser, de actuar, de responder, de desmigar con la mirada la sombra de quien sea, de adaptarme, encerrarme en mi torre de marfil, construida para salvar al mundo de mis manías y defectos. Y que creo conocer mi manera de gestionar lo imprevisto, cualquier cambio repentino en los lazos afectivos que me rodean. Y, en cualquier caso, que pienso que mi fragilidad no puede ponerle ningún palo entre las ruedas a mi capacidad de acción.
En realidad, no sé cual es el riesgo que implica la armadura racional que me he construido durante estos años. Que a lo mejor, esta bolsa de sentimientos encontrados en formato zip, no es más que todos los miedos que surcan mis venas.
Que puede que tenga que matar la inseguridad que envenena la mejor parte de mí, la que se esconde detrás de mis ojos negros y la sonrisa tonta de veinteañera. 
Que si hubiese podido, ya habría reseteado parte de mi vida, gran parte. Que haber eliminado cualquier posibilidad de relación humana que vaya más allá de algún tipo de amistad, es la razón por la cual vivir conmigo es casi como vivir en una jaula de cristal.
Pero sé perfectamente que mi corazón será para siempre estéril.

Que me privaré de miles de catálogos emotivos, convencida de que ya no hay fuerzas, que solo me queda la individualidad.

A las 11:03 de la mañana, cuando ya he llegado al mundo, apago mi voz en off (a veces me siento como un ladrón de guante blanco, espiando mi alma como nadie podría hacer, quizás como yo misma nunca podría hacer...).

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